Lo que ha sucedido con la tala de árboles en el norte de Barranquilla, más exactamente en la calle 77 entre las carreras 55 y 57B, es un verdadero atentado contra el medio ambiente que no debería repetirse.
Se trató de un arboricidio que fue cometido sin ninguna clase de objeción de las autoridades ambientales de la ciudad, que al parecer no miden o no quieren medir el impacto negativo que ocasiona un hecho de esta naturaleza.
Aseguran los vecinos del sector que cerca de 20 árboles de diferentes especies, todos en buen estado, fueron cortados para abrir espacio a la construcción de una nueva vía de acceso al Country Club.
Esta entidad cuenta con las respectivas autorizaciones para adelantar la obra, pero lo sucedido abre el debate sobre la conveniencia de atender un interés particular o el de cientos de familias que viven alrededor del proyecto, que también se quejan por los problemas de movilidad que ocasionará.
Incluso, yendo más allá, si es válido permitir acciones anti ambientales como este arboricidio que en general afecta a los barranquilleros, porque entre menos árboles haya, mayores serán las temperaturas en una ciudad cada vez más caliente.
La administración distrital viene tratando de posicionar a Barranquilla como una ciudad verde, y en ese sentido adelanta un interesante proyecto de siembra de árboles en diferentes puntos de esta capital. No se puede estar sembrando por un lado y permitiendo desforestación por el otro.
El mundo ve estupefacto la quema de miles de hectáreas de bosques, por una parte, y la tala indiscriminada con fines agroindustriales por la otra. Y lo que ello representa en términos de aceleración del cambio climático. No es presentable que en una ciudad tan caliente como Barranquilla, tranquilamente y sin obstáculo alguno, cualquier mañana lleguen unos señores con motosierra en mano a cortar 20 hermosos árboles que ayudan a mitigar el calentamiento global y por ende las infernales temperaturas que se vienen registrando.
Sin duda que lo sucedido es un mal precedente que abre las puertas para que hacia el futuro, cualquier entidad o persona, aduciendo el derecho a la igualdad, puedan acceder a permisos para talar ésa o una mayor cantidad de vegetación.
Por ello sería muy conveniente, no solamente aumentar las restricciones a esta clase de actividades, sino también involucrar a las comunidades para la toma de decisiones concertadas.
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