Presionado a convocar a un diálogo nacional se ha visto obligado el presidente de la República, Iván Duque Márquez, después de un paro nacional sin precedentes en el país, al que, posteriormente, le siguieron marchas de protestas con cacerolazos incluidos, todo liderado por las centrales obreras, estudiantes, organizaciones no gubernamentales, artistas y otros miembros de la sociedad civil.
El Mandatario le dio inicio a una conversación nacional para fortalecer la agenda vigente de política social, y tratar temas sobre cómo avanzar en la lucha contra la corrupción y cómo asegurar políticas sociales y económicas de crecimiento con equidad.
En resumen, la petición elevada al Gobierno Nacional es que las decisiones que se adopten sean concertadas y no impuestas de manera unilateral como se pretendía hacer con reformas a las actuales normas laborales, pensionales, contributivas, entre otras. De igual manera, responder ante el exterminio de líderes sociales y establecer políticas claras frente al fenómeno de la corrupción.
Para entender más el motivo del paro y de las manifestaciones han sido consultados analistas locales como el docente universitario en el programa de Derecho de la Universitaria del Norte, Ángel Tuirán; el director de Protransparencia, Horacio Brieva Marino; y el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma del Caribe, Julio César Henríquez Toro.
Para Tuirán, a través de las marchas, la ciudadanía viene haciendo un llamado tanto al Gobierno, como a la élite política, para que dé repuesta a tres problemáticas puntuales: calidad de la educación pública, asesinato de líderes sociales y defensores de derechos humanos, y, precarización de las condiciones laborales y pensiónales.
“Es probable que, en caso de no dar respuesta a estas demandas, aumente la tensión social en el país”, manifiesta el analista.
Por su parte, Horacio Brieva sostiene que “sin dudas estas marchas estuvieron influidas por el coletazo Latinoamericano, principalmente por el chileno, pero también hay unos factores internos que motivaron la movilización”.
Señala que hay una serie de descontentos y, a manera de ejemplo, se refiere al caso de los trabajadores que denuncian los efectos perjudiciales que les traerían una reforma laboral y pensional como vienen siendo concebidas por parte del Gobierno, sin que se recurra a la concertación. También agrega otras motivaciones como el rechazo de los asesinatos de los líderes sociales, de los indígenas en el Cauca; y los reclamos de los estudiantes por una mejor educación de calidad.
“Creo que el mensaje fue contundente. Lo que se espera es que el Gobierno sepa cuál fue el mensaje”, señala.
ACUERDOS CONCRETOS
Coincide con la iniciativa del diálogo nacional, porque que lo que se estaba viendo era una renuencia al diálogo, ni siquiera con los sectores que hicieron posible la victoria del Mandatario, perteneciente al Centro Democrático, en la segunda vuelta.
“El partido Liberal y Cambio Radical tuvieron que declararse en independencia porque no fueron convocados a ser parte del gabinete; en el mismo interior del Centro Democrático ha habido reclamos porque algunos de esos sectores no se sienten representados en el gabinete”.
Insiste el analista Brieva en que Duque está llamado a cumplir con el plan de desarrollo, cuyo solo título es ‘Pacto por Colombia, pacto por la equidad’, y contiene 65 pactos, entre transversales y estructurales.
A su turno, Julio César Henríquez explica que, a su juicio, ha observado cuatro escenarios. Lo primero, se midió el poder de convocatoria, de quienes realizaron la actividad, que lograron reunir a diferentes actores sociales, estudiantes, sindicatos, partidos políticos de oposición y gente espontánea de la sociedad civil.
“Sin embargo, es importante reconocer que lo que intenta empañar la libertad de expresión en Colombia es un signo de que algunas personas no están de acuerdo de que aquí tenemos un régimen democrático. Que se permitan esas movilizaciones, inclusive con el riesgo de incurrir en actos violentos, es un signo de que aquí vivimos en una democracia a diferencia de algunos países del contexto regional”, considera Henríquez.
¿Cuál será el efecto?, se pregunta. Para el analista, el efecto está por verse, el presidente Duque dio un mensaje de que la sociedad habló y él los escucha. El efecto entonces tendrá que medirse a partir de las decisiones que tome el ejecutivo.
“Si las marchas logran reivindicaciones sociales, logran medidas efectivas y salidas, entonces el efecto de la protesta pacífica tendrá un indicador y unas variables, perfectamente medibles. De lo contrario, las marchas se quedan solamente en una expresión del descontento, de la indignación, del malestar generalizado y el ejecutivo hace caso omiso a esas voces que reclaman el cumplimiento de unos derechos; sin duda alguna que eso va a demostrar la capacidad que tenga el Presidente de la República y sus ministros para demostrar su legitimidad y su gobernabilidad”.
Henríquez asegura que lo que está en riesgo son dos palabras claves: legitimidad y gobernabilidad. “Eso acompañado de un término que se denomina alteridad, que es la capacidad de entender al otro, de no quedarse solamente en la comodidad de la postura y de la posición y no ver que el otro con sus diferencias y sus variaciones tiene también una visión de la realidad y del país y también lleva implícita una propuesta”.
Concluye en que, a partir de allí, decir que las marchas tengan un efecto está por verse. “Tenemos antecedentes de lo que pasó el año pasado con las protestas estudiantiles y el incremento en el presupuesto de la educación, es decir que pareciera que este gobierno sí ha escuchado el clamor popular en ese sentido. Ahora como no se tenía una agenda específica, esta vez sino que era muy abstracta, tendremos que ver el resultado de la negociación y quienes serán los representantes de la sociedad civil, de los gremios, de los sindicatos, de los actores sociales”.
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