No es nuevo en Colombia, pues surge en diciembre del 2019, copiando modelo de jóvenes de Chile. No tiene lideres visibles, pero un poder de convocatoria mediante las redes sociales que sorprende y nadie entiende. Su papel en las movilizaciones no está definido de manera clara. Análisis.
Muy poco es lo que se conoce del grupo que se llamar ‘Primera Línea’, con epicentro en Bogotá y células de acción en las principales ciudades del país. Hay coincidencias en que surge siguiendo el ejemplo de protesta en Chile, sobre todo de jóvenes, contra el gobierno de Sebastián Piñera a quien le exigían cumplir con promesas hechas durante la campaña electoral, especialmente convocar un plebiscito para reformar la constitución.
Son marchistas que se caracterizan por una indumentaria que cubre sus rostros con caretas antigases lacrimógenos o pañoletas; usan cascos de construcción; botas de cuero; guantes; escudos artesanales hechos de madera, o láminas de tanques recortados, y pintados con símbolos que solo ellos entienden. En Chille, según la prensa nacional, solo se hacían sentir imitando sonidos guturales de los simios.
En Colombia integrantes se dieron a conocer el 4 de diciembre del 2019 en la Plaza de Bolívar de la Capital del País. Allí, supuestos voceros con el rostro cubierto explicaron cuál era su línea de acción, sin ahondar, pero dejando más interrogantes que claridad.
“Estamos conformados por ustedes, colombianos (…) Estamos compuestos por gente multicolor, sin estrato y sin protagonistas”, “Auxiliamos al que se queda atrás, enarbolamos la legítima defensa, garantizamos que el ciudadano se pueda manifestar en paz. Existimos sólo para dejar de existir”, indicaron. También se definieron como la antítesis del Esmad, escuadrón de la Policía Nacional usado en el control de disturbios.
Ha vuelto a saberse del movimiento desde el pasado 28 de abril, cuando el Comité Nacional de Paro convocó a movilizaciones nacionales a manera de presión para que el gobierno del presidente de la República Iván Duque respondiera a un pliego social de necesidades radicado hacia más de un año y aún no daba respuesta. El detonante de las movilizaciones fue la anunciada reforma tributaria que pretendía ser aprobada en el Congreso.
DESCONOCE COMITÉ DEL PARO
Lo que sorprende es que ‘Primera Línea’ desconoce al Comité del Paro Nacional como representante de la sociedad civil en búsqueda de soluciones a problemas comunes.
Ratifican que no son ni de izquierda, ni del centro, ni de derecha en el plano político; que no tienen líderes visibles; que rechazan la violencia como medio de presión; el canal que usan para intercomunicarse son las redes sociales; y menos explican cómo financian sus actividades.
“Yo veo en ese tipo de movimientos de todo, menos que una manera de protesta social seria. Son grupos de personas con intenciones de crear el caos y la anarquía. Da lástima ver jóvenes, que son el futuro del país, siguiendo ese comportamiento sin saber a ciencia cierta qué es una movilización social, convencidos que se trata de algo folclórico, o si no mire los videos o selfis, o escuchar sus respuestas cuando les preguntan que por qué marchan…decepción total”, comenta un experto en análisis político consultado.
Para el caso de ‘Primera Línea Barranquilla’ no fue posible contactar vocero creíble. Incluso miembros del Comité de Paro Departamental manifestaron su negativa a manifestarse sobre el tema. “Yo de eso no hablo”, comentó un sindicalista que hace parte del Comité.
Buscando respuestas, El Norte elevó consulta al analista político y profesor de la Universidad del Norte, Ángel Tuirán Sarmiento, quien considera que ese tipo de movimientos hacen parte de la dinámica que va tomando la misma movilización social y “no solo es propio del proceso de Colombia, sino que se van construyendo a medida que el proceso va avanzando.
Explica que se caracterizan porque “no hay liderazgo en términos de vocería”, y cuando en el movimiento social se configura una, entonces son las llamadas a negociar con las autoridades y también al interior del movimiento.
No considera tampoco que se trate de grupos anarquistas. “Yo pienso que sí hay una organización, que de pronto es difusa. Habría que indagar, acercarse, qué es lo que hacen los negociadores. El grupo normalmente detecta unas vocerías”.
Reitera Tuirán que es característico que no son estructuras organizadas, como los partidos políticos. “Sí hay un mínimo de organización, pero suele ser en ocasiones muy espontánea que se va formando en la medida en que avanza el movimiento”.
Por último, el analista reconoce que es complicado el cómo resolver situaciones sociales bajo esa condición, incluso cuestiona que el Comité Nacional de Paro no ha logrado conseguir lo que esperaba.
“Yo creo que aquí hay una crisis de la representación en general; hay unos manifestantes que no se sienten representados por las entidades públicas o por las entidades políticas, pero al mismo tiempo dentro de este grupo, no han llegado a un acuerdo que permita constituir esa representación con voz y participación y real”, plantea.
Desde otra óptica, la sindicalista, opinó el Ángel Salas, dirigente nacional del sector de la salud, quien sostiene que “la justificación de una protesta social, indistintamente que sea sindical o de cualquier otra organización, o de personas, obedece al olvido, a que a la gente no le prestan atención, y entonces la gente ha optado por buscar mecanismos de presión, y esos mecanismos de presión son lo que conllevan a que a la gente le presten atención”.
Salas destaca que, en esta oportunidad, el Gobierno Nacional ha sido sordo a un pliego de necesidades sociales expuesto hace mas de un año y el compromiso del presidente Iván Duque era discutirlo de manera consensuada.
“El Gobierno nunca le prestó atención, se convocó a las movilizaciones y se desbordó porque cada uno tenía cosas que reclamar, exigir y cada uno montó su cierre de vía, montó sus movilizaciones y por eso se decía que el Comando Nacional de Paro no había unificado. Ese es un mecanismo de presión que resulta más efectivo, incluso que, muchas veces, una acción de tutela, una demanda de carácter administrativa”, manifiesta el sindicalista.
Salas concluye en que ha sido una constante que los gobiernos de turno ignoren e irrespeten lo consignado en la Constitución del 91, relacionado con la participación ciudadana para la toma de decisiones. “El Gobierno no consulta nada, el Gobierno actúa; por ello el malestar y de ahí vienen las movilizaciones hasta que el Gobierno termina cediendo”.
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