*El equipo ‘Rojiblanco’ es parte de una vivencia colectiva que se enraíza en lo más profundo de la sensibilidad sociocultural de Barranquilla. Análisis.
Por: REDACCIÓN EL NORTE
No hay registros precisos que indiquen el momento exacto en que el futbol pasó a ser el deporte más popular en el mundo; tampoco el del placer de darle patadas a una pelota hasta el cansancio; el de volver a una persona defensora a ultranza de un equipo; y menos el instante en que se convierte en un jugoso negocio y hasta meter sus narices en la política.
Lo que sí se encuentran son diversos puntos de vista personales y exposiciones de experiencias vividas, entre otras consideraciones. El experto Marcel Mans lo considera como un “hecho social total”. El columnista ecuatoriano, Mario Canessa Oneto, plantea que el fútbol sigue siendo la mayor manifestación del universo, provocada por una pasión.
El exjugador argentino y actual empresario del deporte, Jorge Valdano, resume el impacto del deporte en estos tiempos modernos: “No existe ningún otro fenómeno social que, como el fútbol, se haya adaptado con más naturalidad a la globalización”.
A nivel personal, Valdano manifiesta que en su caso “el fútbol me ayudó a ajustar el sistema de comunicación infantil y me enseñó nociones de superación personal, solidaridad, competitividad, reparto de papeles, trabajo en equipo, tolerancia, cultura del esfuerzo… De esa capacidad de aprender, mientras juegas, nació mi confianza en el deporte como vehículo de formación”.
Aterrizando en nuestro entorno y tomando como referencia lo que significa para Barranquilla, su ‘Júnior del alma’, ‘Júnior tú papá’, ‘Los Tiburones’, o ‘Los Rojiblancos’, entre otras definiciones populares, el fenómeno es analizado por el sociólogo y profesor de tiempo completo de la Universidad Autónoma del Caribe, Guillermo Mejía.
VIVENCIA COLECTIVA
“El Júnior es parte de una vivencia colectiva que se enraíza en lo más profundo de la sensibilidad sociocultural de Barranquilla. Sus orígenes son el sustrato emocional de una hinchada cuya identidad deportiva está vinculada a una de las barriadas más populares de la capital del Atlántico: Rebolo”, destaca Mejía.
Recuerda desde la fundación del onceno que conformó doña Micaela Lavalle el 7 de agosto de 1924 para que sus hijos y vecinos se divirtieran de manera sana. “Es una expresión sociológica de lo que se podría denominar identidad social sostenida, en tanto que los vínculos afectivos trascienden nombres y experiencias para confluir en un caudal social donde lo simbólico cobra vida y espacio”.
Para el analista, los encuentros y desencuentros de los seguidores con los directivos del equipo, cuando exigen y marchan en reclamos que consideran justos es una muestra del sentirse “juniorista” con un sentimiento de ciudad aun cuando la divisa es una organización de propietarios privados.
“Los galardones obtenidos, reinterpreta desde el deporte lo que en planos de la institucionalidad política representa un fardo de frustración en algunas aspiraciones de desarrollo y bienestar que no se alcanzan”, sostiene.
Y considera en su análisis sociológico, que aún en circunstancias adversas y como cualquier otra relación de inclinaciones y apegos, el “rojiblanco” barranquillero se mantiene incólume en esa montaña rusa que dignifica el aguante y la esperanza de ser en cada torneo ¡campeón!.
EN LO DEPORTIVO
Desde el punto de vista deportivo, el veterano periodista Mike Fajardo Escobar, expone sus consideraciones. “Se hacen grandes inversiones, pero al final, en los grandes encuentros en donde Júnior debe marcar diferencia, no lo logra, por eso los reveses en forma continua. Es un equipo muy irregular”.
Lo anterior, según Fajardo, se traduce en una frustración, principalmente, en la hinchada, “porque a pesar de una gran nómina, que hay un gran equipo, pero posteriormente, frente a la ausencia de figuras de primer orden, por lesiones, suspensiones o el Covid-19 en estos momentos, quienes llegan no llenan las expectativas. No se ha podido armar un equipo altamente competitivo a nivel internacional”, concluye.
EN LO POLÍTICO
Y desde el punto de vista político-empresarial, el director ejecutivo de Protransparencia y columnista, Horacio Brieva Mariano, señala que por ser la familia Char la propietaria del Junior, ligada a la política local, regional y nacional, es evidente que hay aprovechamiento mediante el marketing político.
“No es directamente del equipo que ellos puedan derivar los votos, pero sí les sirve para potenciar la imagen política. Por ejemplo, cuando Alejandro Char anuncia una contratación importante eso tiene un impacto en el espíritu de la hinchada. Creo yo que cuando hacen el anuncio de un jugador destacado genera una cierta predisposición favorable en los hinchas que al mismo tiempo son electores, pero no es que directamente lo utilicen como correa de transmisión para obtener los votos”, señala Brieva.
EN LO EMPRESARIAL
En lo empresarial, el analista considera que el Junior está entre los grandes del país con una alta facturación, a través del recaudo por boletería y publicidad. “Digamos que, de pronto, no es el negocio más rentable de ellos, porque el fútbol tiene sus vaivenes y no es estrella como son las droguerías y los supermercados”.
El junior tiene entre sus estadísticas destacadas: Nueve estrellas como campeón de la Liga profesional del fútbol colombiano y dos de la Copa Colombia, ambos torneos nacionales. A nivel internacional ha sido subcampeón en la Copa Sudamericana, y semifinalista en la Copa Libertadores de América.
Sus indicadores como empresa, según un informe de la Superintendencia de Sociedades correspondiente al 2019, señalan que el Junior fue el segundo, después de Nacional con cifras alentadoras. Los ingresos operacionales sumaron $67.900 millones, aumentando en $5.600 millones con respecto al 2018.
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