octubre 6, 2024

Desde su creación TEBSA ha transferido más de $300 mil millones para temas ambientales

A propósito de los beneficios que generan las plantas termoeléctricas que operan en el país, no solo tienen que ver con el enorme aporte que le hacen al Sistema Eléctrico Nacional para garantizar su confiabilidad, sino también el impacto económico y social que producen en beneficio de la sociedad en general.

Este sector, que representa el 30 por ciento de la matriz energética del país, ha evitado que Colombia se vuelva a apagar en épocas de fuertes sequías o fenómenos de El Niño cuando los embalses se reducen y escasea la energía hidráulica que se produce con el agua. El último gran racionamiento se registró en 1992 y se extendió por cerca de un año.

Este papel fundamental de las térmicas debe ser respaldado con señales regulatorias que no las pongan en riesgo, y que por el contrario, las fortalezcan e impulsen para que el escenario sea más propicio a mayores inversiones en el sector.

Las empresas que generan energía térmica también le apuestan a impactar favorablemente las comunidades ubicadas en su entorno, a través de prácticas socialmente responsables en áreas como la salud, educación, emprendimientos, sana convivencia y medio ambiente.

A ello se le suma el pago de impuestos y contribuciones que también terminan incidiendo en el bienestar de las comunidades.

Uno de los ejemplos en ese sentido es el de Termobarranquilla S.A, TEBSA, que desde su creación hace cerca de 25 años ha transferido más de 300 mil millones de pesos en recursos de Ley Ambiental para la CRA y el municipio de Soledad.

“Este tipo de acciones y este tipo de activos son fundamentales para el desarrollo económico de nuestra región y del país”, sostiene el presidente de la compañía, Luis Fernández Zaher.

Es tal la confiabilidad de esta termoeléctrica que opera con gas, que para la correcta operación de la región Caribe, desde el año 2016 hasta la fecha, ha atendido 16.000 variaciones del programa horario de producción de energía a solicitud del Centro Nacional de Despacho.

“Eso demuestra una confiabilidad, una flexibilidad y la importancia que estos activos tienen para que el sistema funcione adecuadamente. Por ello las señales regulatorias tienen que ser congruentes con lo que el país y la región necesita”, expresó Luis Fernández.

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