Desde la desaparición y posterior hallazgo del cuerpo sin vida de Brenda Inés Pájaro Bruno, en el segundo semestre de 2018, en la Capital del Atlántico no había vuelto a registrarse un caso con ribetes propios de una producción cinematográfica.
Esta vez la atención de la ciudadanía barranquillera y atlanticense, y de los periodistas que cubren crónica judicial se concentra en el caso de Liliana Segovia Navarro, una joven mujer de 36 años, nacida en Mompós (Bolívar) y residenciada en un edificio en el barrio Boston de Barranquilla, cuyos familiares la reportaron como desaparecida a través de las redes sociales el pasado 28 de febrero, luego de haber dejado en un centro educativo a un sobrino que estaba bajo su responsabilidad.
Sin embargo, las investigaciones lideradas por el Gaula de la Policía arrojaron luces suficientes para dar con el presunto autor del caso de desaparición y posterior homicidio. Se trata de Jairo Medina Vega, quien, de acuerdo con el comandante de la unidad antisecuestros, mayor Diego Molina, entregó los detalles del caso y reconoció ser el único responsable.
No obstante, el oficial manifestó a los medios de comunicación que la investigación sigue para determinar si Medina, en verdad actuó solo o con la complicidad de terceros.
DETALLES REVELADOS
Según el relato del capturado a unidades del Gaula, él se hizo amigo de la Liliana Segovia, a través de unos familiares y compartían el gusto por las criptomonedas, o bitcoin, que facilitan transacciones financieras a través de Internet y por ello, el 28 de febrero la invitó a una ‘cita de negocios’ en cercanías a ‘Parque del Sol’, en el barrio Delicias.
Liliana arribó al lugar en una camioneta recién adquirida, modelo 2022. Medina la esperaba en el asiento trasero de su automóvil y la invitó a que le indicara cómo manejaba su cuenta de criptomoneda; cuando la mujer le está mostrando él le arrebata el celular y empieza a consignar a su cuenta personal. El monto revelado es una transacción de 15.000 dólares.
Liliana forcejea con Jairo y este la neutraliza apretándole el cuello hasta que ella se desvanece. El hombre, según relató al Gaula, vio que la mujer estaba muerta y ubica el cuerpo en el baúl del vehículo; luego contacta a un pariente y le pide que viniera por su vehículo para que se lo guarde.
Mientras tanto, él toma la camioneta de Liliana y viaja hasta Valledupar en donde la vende por 12 millones de pesos, al parecer, a miembros de una banda de reducidores que comercia con vehículos de alta gama en la Costa Caribe y contactos en Venezuela, y con los que se había comprometido a conseguirles una camioneta.
INVESTIGAN RELACIÓN
Unidades del Gaula tratan de establecer qué relación existe en el hecho, la venta de la camioneta de Liliana, pocos días después a una persona en Barranquilla que al enterarse de que era robada la devuelve a las autoridades, siendo este detalle el punto de partida para empezar a aclarar el caso.
Hecho el ‘negocio’ en Valledupar, Medina retorna a Barranquilla a buscar la manera de deshacerse el cadáver de Liliana. Recoge su automóvil y parte hacia la vía Juan Mina-Tubará en donde, a la altura del sector de Cuatro Bocas deposita el cadáver, el cual tenía una bolsa plástica en su cabeza, en un terreno enmontado.
Luego retorna a la ciudad y procede a lavar el automóvil antes de llegar finalmente a su casa, donde convive con su esposa y dos hijos pequeños en el sur. Allí fue donde se produjo la captura.
Medina permanece en la Fiscalía en donde le fue legalizada su captura.
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