Por SANTOS SUÁREZ BADILLO
Director de EL NORTE
Los colombianos elegiremos el presidente número 115 de la historia de nuestro país. Podría ser escogido este domingo 29 de mayo si el ganador de la primera vuelta obtiene la mitad de los votos más uno, si no, el 19 de junio en segunda vuelta.
El primer jefe de Estado de la República de la Gran Colombia fue Simón Bolívar y Palacios, quien asumió el 21 de septiembre de 1.819. Y el segundo, Joaquín Mosquera y Arboleda, quien inició su período el 4 de mayo de 1.830, el cual fue truncado el 4 de septiembre de ese mismo año por un golpe de Estado que llevó al poder a Rafael Urdaneta y Farías.
El próximo primer mandatario de Colombia estará entre los candidatos Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández y Sergio Fajardo. A su estilo los cuatro han adelantado una intensa campaña y ahora esperan que su trabajo político se materialice a su favor en las urnas.
Tienen propuestas encaminadas a solucionar los graves problemas que aquejan al país, en algunos casos parecidas, pero con marcadas diferencias en temas de fondo como las reformas fiscales, manejo del medio ambiente y los temas de salud.
Pero en esencia quien gane tiene gigantescos retos, a raíz de los escenarios muy difíciles y complejos con los que se enfrentará durante el próximo cuatrienio.
Esos temas tienen que ver, por ejemplo, con la superación de los altos niveles de pobreza y de pobreza extrema o miseria que se vive en diferentes regiones del país. Siguen siendo el Caribe colombiano y el Pacífico, las zonas donde más se concentra este delicado problema que atenta contra la dignidad de millones de colombianos.
Otro de los retos es consolidar la paz, que a pesar del acuerdo con las FARC, no se ha concretado. Las disidencias de esta agrupación, el ELN y las bandas criminales como el Clan del Golfo, son organizaciones al margen de la ley que se han fortalecido y siguen actuando, delinquiendo y creando zozobra entre algunas comunidades y acrecentando la inseguridad en el país.
Igual de importante es combatir de verdad y eficazmente los elevados niveles de corrupción que la ciudadanía percibe como desbordada. La cifra de $50 billones anuales que le roban los ladrones de cuello blando al erario, es más que escandalosa. Se trata de una tarea prioritaria que sin duda el país agradecerá.
Contribuir a mitigar la emisión de gases de efecto invernadero, fortalecer el aparato productivo, adelantar reformas que robustezcan el campo, garantizar el acceso de todos a un sistema de salud optimizado y reducir a su mínima expresión la tasa de desempleo, son también acciones de primer orden que tiene que sacar adelante el sucesor de Iván Duque.
No es nada fácil, pero con verdadera voluntad política y un equipo de trabajo competente y experimentado, hay muchas posibilidades de lograrlo.
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