La guerra entre Rusia y Ucrania ya sobrepasó el año y todo apunta a que seguirá extendiéndose por tiempo no definido, con consecuencias que pudieran ser catastróficas para el mundo.
Cuando arrancó este conflicto la mayoría de expertos vaticinaron que duraría poco en razón al poderío ruso, pero no fue así, hecho que no sólo sorprendió a Putin y su ejército, sino a la comunidad internacional.
Rusia no contaba con la capacidad de resistencia de las tropas ucranianas, que combatiendo con mucha inteligencia y valentía, han impedido la toma de su país. En este escenario también ha resultado clave la ayuda en armas que están recibiendo de países occidentales.
Sin embargo, esta guerra ha dejado víctimas de lado y lado, entre ellas civiles, que según cifras verificadas por la Organización de Naciones Unidas, suman en Ucrania más de 19.000. De ellas, 7.199 muertos y 11.756 heridos. 438 de los fallecidos eran menores: 226 niños, 180 niñas y 32 de sexo desconocido, según sus datos. En cuanto a los adultos, los cuerpos corresponden a 2.888 hombres, 1.941 mujeres y 1.932 personas cuyo sexo aún se desconoce.
Esto es grave, pero más grave aún es lo que podría ocurrir en los próximos meses, dada la actitud que están asumiendo otros países, que vienen haciendo advertencias sumadas a ejercicios militares que podrían interpretarse como la antesala de una confrontación a gran escala.
Rusia se prepara para el asalto final a Ucrania con 250.000 soldados sin descartar el uso de armamento nuclear; Estados Unidos advierte que si utiliza tales armas, Rusia tendrá consecuencias catastróficas; Corea del Norte sigue enviando poderosos misiles a mar japonés; el primer ministro Chino, Xi Jinping, visitó nuevamente a Vladimir Putin, lo que se interpreta como un mensaje de apoyo a la causa rusa; y lo último fue la reunión del primer ministro japonés, Fumio Kishida con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski en Kiev, que enfureció al Kremlin que de inmediato respondió con el envío de dos misiles supersónicos a aguas cercanas a las de Japón.
Este escenario de crispación de los líderes más poderosos del mundo no es nada bueno, sobre todo si va en crecimiento, como está sucediendo, a pesar que saben lo altamente peligroso que es, si se tiene en cuenta que una confrontación armada generalizada podría acabar con la existencia de la raza humana y de toda forma de vida en la tierra.
Hay quienes no advierten lo cada vez más riesgoso de lo que está ocurriendo, pero sin duda que el tema es muy complicado y difícil de superar. La ONU está llamada a ser protagonista, inteligente, audaz, con ideas disruptivas y decidida a liderar salidas encaminadas a impedir que sigan sonando los nefastos tambores de la tercera guerra mundial.
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