De nuevo se asoma la posibilidad de que, en ciudades y municipios ‘asfixiados’ por la complejidad en la movilidad cotidiana, se establezca el pico y placa vehicular a los particulares. Esta vez, sería bajo el amparo del Ministerio de Transporte que anunció, hace menos de 15 días, la búsqueda de soluciones al reinante caos vehicular.
De esta manera, en consideración del ministro William Camargo, se le podrá abrir más espacio al transporte público, como viene pasando en muchas ciudades del mundo.
En Barranquilla, el alcalde, Jaime Pumarejo, en más de una ocasión ha sostenido que no es partidario de establecer pico y placa en la ciudad, en respuesta a la reiterada petición de ciudadanos y agremiaciones como las de taxistas y motociclistas.
“Nosotros estamos convencidos de que el sector técnico nos tiene que dar las soluciones, no el sector político. Por eso siempre les hemos pedido a los expertos en movilidad que nos digan cuál es la salida”, comentó Pumarejo, en un reciente encuentro con la procuradora general del Nación, Margarita Cabello, en la que se analizaron diversos problemas sociales de la ciudad y el departamento del Atlántico.
En la ciudad rigen restricciones en la movilidad de lunes a viernes, según el último digito de las respectivas placas, para los taxis y sectorizadas en las motos.
El Norte elevó consulta Víctor Cantillo, profesor de la Universidad del Norte y experto en el tema de transporte, quien de entrada sostiene que esa es una medida que solo funciona por unos cuantos días, incluyendo en el que se hace la presentación oficial y se toman las respectivas fotos las autoridades.
“Es una medida que no resuelve el problema y que, además, es perversa en el sentido de que cuando la aplican, en el corto plazo, aparentemente, hay una mejora. Es decir, al día siguiente el Alcalde, o el Secretario, van a salir sacando pecho porque se reducen los tiempos de viaje, lo cual es cierto en el primer mes, al poco tiempo, pero por ejemplo, al año, o a los dos años, otra vez estamos igual o peor. Lo que estamos simplemente es componiendo un problema”, explica Cantillo.
Destaca como una prueba evidente del fracaso el establecido en Bogotá, desde hace 26 años. “Yo escribí un artículo científico hace casi 10 años en donde analizo los efectos de la medida y las conclusiones son muy claras: Primero genera pérdida social, porque unos viajes que no se hacen afectan toda la dinámica económica; y segundo, la medida incentiva la compra de un segundo y un tercer vehículo. En otras palabras, lo que finalmente ocurre es que la gente para eludir la medida compra un vehículo con placa distinta”, afirma.
Y agrega que la compra de más vehículos, a la postre, se verá reflejada en el incremento del parque automotor y por ende la congestión se agrava, sobre todo cuando no hay restricciones pasadas las horas pico o en los fines de semana.
“Siempre lo que ocurre es que, a corto tiempo, ya pierde la efectividad y entonces lo que hacen es extender la restricción o el horario, entonces la gente empieza a viajar antes o después y la hora que no era pico se vuelve pico”, señala.
Cantillo asegura que, en ningún país de Europa, así como en Estados Unidos, “lo que llaman el mundo desarrollado”, han aplicado el sistema de pico y placa porque no le ven efectividad. En América Latina hay antecedente de haberlo adoptado, pero ante el fracaso fue desmontado por los respectivos gobiernos, como en Venezuela en la década del 70 del siglo pasado; o con variaciones intrascendentes, en México y Brasil desde los años 80.
Alternativas de solución
“El problema es complejo y las soluciones no son nada populares. Primero, contrario a lo que la gente piensa la solución no es ampliar más vías, porque eso tampoco funciona, por una razón muy sencilla: Si tú reduces los tiempos de viaje para los autos, más ente usará autos”, comenta.
En consecuencia, Cantillo dice que una de las soluciones a los problemas en la movilidad en los núcleos urbanos, quizás, es dándole prioridad al servicio de transporte público, pero bien planificado, alejado de las improvisaciones. “Eso es parte importante, un buen servicio público, eficiente, ágil, incluso con carriles exclusivos para la ruta de transporte”, dice.
También subraya que hay alternativas como el uso de la bicicleta, con un buen sistema de ciclovías; y caminar, pero esto va relacionado con el uso adecuado del suelo y a la sectorización planificada, de tal manera que la ciudad tenga, en los barrios, sedes de dependencias descentralizadas para la prestación de servicios públicos y atención al ciudadano; igual de organismos privados, entre ellos entidades financieras, de la salud, educación, etc.
“Por ejemplo, no tiene sentido que una persona que viva en Simón Bolívar tenga que desplazarse hasta la (calle) 80 con (carrera) 49C para una cita médica; que los colegios los estén trasladando al corredor de la carrera 51B. Los servicios tienen que estar distribuidos en toda la ciudad para evitar esos largos desplazamientos”.
Otra medida, pero “nada popular”, según el experto, viene siendo adoptada en grandes ciudades del mundo como Londres, Estocolmo, Milán, Singapur y Nueva York, y es que a los vehículos les cobren por circular en sectores específicos, bajo el sistema de ‘cobro por congestión’. “Desde el punto de vista económico es la medida más apropiada., verificada con cámara. No me cabe dudas que para allá vamos y donde se ha implementado ha dado muy buenos resultados”, asegura.
Cultura ciudadana
Por supuesto, según el experto, que en toda fórmula que se acoja debe ir alineada con el ingrediente de la cultura ciudadana. “Nosotros esperamos que la personas sean racionales, que no sigan parqueando en cualquier lugar, que haya un respeto mínimo por las señales de tránsito; tiene que haber control”.
De igual manera, indica que los gobiernos tienen que hacer inversión en infraestructura, adecuar ciertos corredores, “por ejemplo, el pavimento debe estar en buen estado, buena demarcación, priorizar la infraestructura para el transporte público, priorizar acceso a las personas con discapacidad… En Barranquilla no puedes caminar, los andenes están invadidos o son discontinuos”.
“La ciudad moderna no es esa ciudad, quizás, como mucha gente la piensa, de autopistas elevadas de cuatro y cinco pisos; una ciudad moderna es donde el peatón es el actor más importante de la movilidad”, puntualiza el experto Víctor Cantillo.
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