- Por SANTOS SUÁREZ BADILLO
- Director de EL NORTE
Unas buenas relaciones entre el gobierno central y las administraciones locales resultan claves para la articulación de esfuerzos en busca de concretar acciones que mejoren la calidad de vida de los habitantes de ciudades y municipios.
De hecho, tienen que estar en el nivel más alto para que fluyan los procesos de estudio, aprobación y financiación o cofinanciación de los proyectos y programas en diferentes áreas. De no ser así, se corre el riesgo que el apoyo gubernamental del orden nacional a determinado territorio no sea el esperado o el deseado.
Este último pareciera ser el escenario que tendría Barranquilla en el período que arranca el primero de enero próximo, por las malas relaciones notoriamente existentes en la actualidad entre el alcalde electo, Alejandro Char Chaljub y el presidente de la República, Gustavo Petro Urrego.
Para nadie es un secreto que las distancias son cada vez más grandes entre ambos dirigentes por las cicatrices políticas derivadas, primero, de la agitadísima campaña a la Presidencia, en la que Álex Char fue precandidato y luego apoyó a Federico Gutiérrez y posteriormente a Rodolfo Hernández para ganarle al hoy jefe de Estado; y más recientemente la campaña a la Alcaldía en la que le ganó por paliza a su contrincante del Pacto Histórico, Antonio Bohórquez.
Pero eso no es todo; recientemente en el estadio Metropolitano, durante el partido entre las selecciones de Colombia y Brasil el petrismo le atribuyó a Federico Gutiérrez y Alejandro Char, presentes en el escenario, lo que consideraron agresión contra la hija del jefe de Estado a quien iba dirigido el abucheo y el cántico de ¡Fuera Petro!
El Charismo ha tenido el control de la ciudad por cuatro períodos seguidos y está por comenzar el quinto. Durante estos últimos 16 años, tanto Álex Char, en dos ocasiones, como Elsa Noguera, en una, y el actual alcalde Jaime Pumarejo, siempre estuvieron en luna de miel con los presidentes de turno, lo cual fue benéfico para la ciudad por la suficiencia y fluida cantidad de recursos para la financiación de proyectos y programas. Hoy sin duda la situación es distinta.
Así las cosas, lo que se prevé es que ese financiamiento nacional no sea tan fluido como antes, y que se concrete de manera directa sin ningún manejo del gobierno distrital y sin ninguna clase de protagonismo de este.
Sería bueno, en medio de las diferencias, que se buscaran canales para limar asperezas, de tal manera que, si bien no se alcancen los niveles deseados de excelentes relaciones, sí haya la articulación institucional necesaria para avanzar en la solución de los problemas de Barranquilla, especialmente los relacionados con lo social e inseguridad.
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