septiembre 11, 2024

87 familias campesinas de Magdalena recibieron 1.247 hectáreas de tierra

El sábado, 1 de junio, la Agencia
Nacional de Tierras – ANT –, entidad adscrita al Ministerio de Agricultura y
Desarrollo Rural, les entregó 1.247 hectáreas de tierra a 87 familias campesinas.

En Santa Bárbara de Pinto, en la víspera del Día del Campesino, que se celebra
el 2 de junio, el presidente, Gustavo Petro, les entregó la finca Yajaira a 50 familias de dos asociaciones: Asociación de Productores Agrícolas de Santa
Bárbara de Pinto (Asopresab) y Asociación Campesina Agropecuaria, Acuícola y
Pesquera de Santa Bárbara de Pinto (Agrocapin).

La finca consta de 658,1 hectáreas de tierra fértil. El ganadero antioqueño Raúl
Botero se la vendió a la ANT y ahora pasó a manos de 30 familias de Asopresab
y 20 familias de Agrocapin.

El presidente, Gustavo Petro, destacó: “Aquí se siente la realización de la justicia
social. La posibilidad de que un gobierno ayude a que la población excluida tenga
su espacio. El conflicto armado en los últimos 75 años tiene que ver con la
desigualdad alrededor de la tierra. El de Raúl Botero no es un simple acto
mercantil, sino que expresa un espíritu de construcción de paz. Esto fue un
acuerdo local que se podría convertir en un gran acuerdo nacional”.

Por su parte, Felipe Harman, director de la ANT, re refirió a la compra de tierras
en la Reforma Agraria: “La justicia social cuesta, merece un esfuerzo del Estado,
porque en el alma de los colombianos está el corazón noble del campesino”.

Raúl Botero tuvo la finca durante, por lo menos, 30 años. El ganadero habló
sobre Yajaira: “Es una tierra extraordinaria para ganado y para lo que uno le
siembre. Tiene energía eléctrica en la mayoría y paneles solares en los
campamentos. Está muy bien de agua. Hay unos 50 jagüeyes, en cada potrero
hay uno o dos que conservan el agua”.

También conceptuó acerca de la Reforma Agraria: “Estamos en un gobierno de
izquierda. Yo soy de derecha, pero creo que lo que queremos los de izquierda y
los de derecha es el bien nacional, que haya menos pobreza y menos hambre.

Este es un bello programa porque es darle tierra al pequeño campesino y eso le
mejora mucho su nivel de vida. No hay obligación de vender las tierras. Se vende
si uno quiere. No hay expropiación”.

Pedro Martínez Valencia, representante de Asopresab, tiene 72 años y ha
trabajado en el campo, piscicultura y agricultura, desde niño. “Nunca hemos
tenido tierra”, sostuvo. “Aquí (en Yajaira) pensamos hacer de todo, ver cómo
están los estanques para echar bocachico, mojarra, tilapia y en la tierra, sembrar
maíz, fríjol, batata, ñame, patilla, y vender la producción en la región”.

Aleidis Mercedes Terán Reyes, integrante de Agrocapin, es víctima del conflicto
armado. Lleva 20 años en Santa Bárbara de Pinto, adonde llegó desplazada por
paramilitares desde zona rural del sur de Bolívar. En Pinto ha trabajado como
profesora. “Nunca he tenido tierra. Siempre hemos trabajado en tierras ajenas. No tenemos dónde cultivar. Se me quería explotar el corazón de la alegría cuandonsupe que parte de esta finca es para la asociación”, comentó.

La jornada había comenzado en Remolino. Allí, la zozobra que vivían familias de
municipios ribereños del Magdalena, porque las crecientes del río se les llevaban las cosechas, terminó con la entrega del predio La Esperanza, de 589 hectáreas, comprado por la ANT y entregado en el marco de la semana del campesino.

Son en total 37 las familias beneficiarias: 27 de la Asociación Nacional de Desplazados de Guáimaro y 10 de la Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos de Colombia – ANUC –, muchas de las cuales venían cultivando
yuca, plátano, maíz, melón y guayaba en la ribera o en aluviones del río
Magdalena, de modo que cuando el afluente crecía inundaba las cosechas.

Uno de estos agricultores es Manuel Sierra, de 79 años, quien lleva 30
sembrando en una isla que formó el río, frente a Remolino: “Yo ahí en esa parcela
tenía como cuarenta y pico de palos de mango; llegó la creciente el año
antepasado y me ahogó como 15 palos de mango ya parinderos y como ciento
y pico de palos de guayaba también parinderas, que esa era la entrada que tenía yo. Esto no tiene una firmeza porque son aluviones, tierras anegadizas, que
cuando viene el río nos deja varados, quedamos en el aire”.

La entrega de tierra es la posibilidad de saldar deudas históricas con el campesinado de esta región. En 2006, el Instituto Colombiano de Desarrollo
Rural – Incoder – les adjudicó un predio en Salamina, Magdalena, a las familias
de la Asociación Guáimaro; tres años después, cuando ya tenían avanzados sus
proyectos productivos, la adjudicación fue revocada y las familias, desalojadas.
Desde entonces habían venido librando una lucha por la tierra que culminó ahora con la entrega que les hizo el Gobierno Nacional.

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