septiembre 18, 2024

Un millón de plántulas de mangle están creciendo en el Caribe colombiano de la mano del sector privado

Los manglares son ecosistemas únicos por su riqueza biológica y por el rol que juegan en la protección de la biodiversidad marina y en la calidad de vida de las comunidades costeras en todo el mundo, por eso, los expertos ambientalistas han recalcado la importancia de conservarlos y aportar a su restauración como una herramienta para mitigar los efectos del cambio climático; pueden capturar hasta 10 veces más CO2 que los bosques terrestres, pero además son una barrera natural para mitigar las inundaciones y la erosión en ciudades costeras como Barranquilla y Cartagena, y son el hogar y área de reproducción para numerosas especies de peces y aves.

En Barranquilla, que tiene el ecosistema clave de la Ciénaga de Mallorquín, donde predomina el ecosistema de manglar, la situación se ha comprometido históricamente con la construcción de una línea férrea construida a finales del siglo XIX con los tajamares, el depósito de basuras y la invasión del ecosistema para construir viviendas, entre otros factores que han incidido en la pérdida de importantes franjas de manglar y debilitado la capacidad natural de la ciudad para protegerse de fenómenos climáticos extremos. La misma situación afrontan diversas áreas de mangle en todo el Caribe colombiano.

Para responder a esta problemática y en el marco de dos grandes proyectos de reforestación en Colombia, el Grupo Empresarial Argos, a través de su Fundación y su negocio de desarrollo urbano, ha liderado un esfuerzo sin precedentes para revertir el daño, promoviendo la conservación y restauración de este ecosistema con la siembra de un millón de plántulas de manglar durante los últimos seis años en los departamentos del Atlántico, Bolívar y Sucre y que han aportado a la restauración de más de 190 hectáreas de este ecosistema estratégico.

De este total, se han sembrado más de 99.000 plántulas en diversas lagunas costeras en el departamento del Atlántico y, en el marco de las acciones de compensación, se proyecta instalar dos viveros comunitarios con capacidad para 10.000 individuos de mangle año a año; sólo en este territorio, las siembras permitirán la restauración activa y pasiva de 60 hectáreas de manglar.

El esfuerzo de reforestación que también se realiza en Barú – Bolívar y Bocacerrada y Rincón del Mar – Sucre, va más allá de la siembra y adopta un enfoque integral que involucra procesos de educación ambiental con las comunidades locales mediante talleres y programas educativos invitando a estas a actuar por el clima y generar conciencia sobre el cuidado de los recursos naturales aportando a la protección de un ecosistema vital en la salud de los océanos y en la protección de la biodiversidad marina.

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