La Fundación Grupo Argos, Fundación Santo Domingo y el Grupo Aval dieron a conocer un innovador proyecto de vivienda prioritaria indígena diferencial que desarrollan, en el marco de una alianza público-privada, junto con familias de las comunidades Kayuswaaralu y Naleep en la Alta Guajira. De esta robusta alianza también forma parte el Ministerio de Vivienda.
El proyecto se denomina Miiroku y abarca la construcción de 30 viviendas que honran las tradiciones que han sido ancestralmente heredadas por los habitantes de este territorio.
“Miiroku no solo es un proyecto, es un modelo que avanza rápido, que se expande pero que nunca pierde su esencia: construir hogares que dignifiquen a las personas, que les devuelvan su identidad y que honran la cultura indígena Wayuu”, indicó María Camila Villegas, directora de la Fundación Grupo Argos, que lideró el diálogo donde se conocieron detalles de esta novedosa iniciativa.
Villegas añadió que este proyecto impactará alrededor de 180 personas.
Expresó que desde la Fundación Grupo Argos y Cementos Argos se conformó un equipo para trabajar durante más de un año y medio en todo ese proceso social que permitiera realmente conocer a la comunidad, entender la manera cómo habitan, cuáles son sus costumbres y crear esa confianza entre las organizaciones y la comunidad que permitiera el desarrollo de la iniciativa.
La construcción de las viviendas ya inició y se prevé que en enero de 2025 estén listas.
Juan Esteban Calle, presidente de Cementos Argos y miembro de la Junta Directiva de la Fundación Grupo Argos, expresó que el proyecto responde al propósito superior de Cementos Argos que es creer que se pueden hacer posibles los sueños de vivienda e infraestructura para millones de personas en los territorios donde opera.

“Creemos que una vivienda digna es un derecho fundamental, que los sueños de una familia parten de tener un techo. Y nos preocupa realmente que en el país cerca de 5 millones de familias no tengan en este momento ese sueño realizado. Y cuando vamos un poco más lejos vemos que en el mundo hay cerca de 2 billones de personas que tienen esa carencia de una vivienda digna, que es realmente el lugar desde donde pueden proyectar sus sueños y por eso nace Casa Para Mí”, expresó Calle.
Detalló que “Casa Para Mí es un emprendimiento social que está orientado a resolver el problema del déficit cuantitativo de vivienda de Colombia. “Queremos probar que podemos hacer vivienda bien hecha, modular, industrializada, que resista temas como huracanes en La Guajira, pero que respete al mismo tiempo el conocimiento ancestral, y por eso para nosotros el bahareque y el yotojoro son tan importantes en este proyecto”, manifestó el presidente de Cementos Argos.
“Lo que queremos a través de estas primeras 30 viviendas en La Guajira es despertar una conciencia en Colombia que demuestre claramente que independientemente de lo remota de la comunidad, tiene sueños que son los mismos sueños que tenemos todos, que es tener una vivienda digna y una casa propia y esperamos que a través de este proyecto podamos motivar a muchas otras compañías a tratar de avanzar en esa causa de llevar vivienda digna a todos los rincones de Colombia”, puntualizó Calle.

El diseño
Elizabeth Londoño, directora del programa Casa Para Mí de Cementos Argos, destacó el trabajo realizado de la mano con la comunidad para poder lograr este proyecto arquitectónico y constructivo tan maravilloso.
Dijo que en el prototipo de vivienda que se diseñó con la comunidad mezclaron esta cultura ancestral y los materiales que se tienen en ese territorio, que es madera del cactus y la tierra que está en todas partes. “Esos materiales los mezclamos con un material mucho más industrializable y liviano. La vivienda va a tener una estructura en acero, completamente resistente a huracanes, con un recubrimiento perfecto para la zona, que es una zona salina. y con una durabilidad que ofrece la estructura de más de 200 años”, explicó Londoño.
“Se trata de una bioconstrucción, todo el recubrimiento exterior e interior va a ser en tierra, con aditivos y mezcla para evitar que se fisure, pero que es fácilmente reparable porque es un saber de la comunidad”, añadió.
La vivienda tiene espacio para 10 chinchorros. Y también se destaca su condición más aerodinámica de diseño, con unas curvas laterales para evitar que los fuertes vientos de la zona la afecten. También se les introdujo arte, “el arte que se ve reflejado en los textiles también se va a ver reflejado en las viviendas”, aseguró Elizabeth Londoño.
Afirmó que, dado que la zona no cuenta con redes de agua ni energía eléctrica, las viviendas van a tener dispositivos autónomos, se va a tener una estufa que funciona con carbón o con madera y equipos de bombeo manual para el agua. Se van a tener dos tanques de almacenamiento de agua y filtros donados por la Fundación Grupo Argos para filtrar el agua que viene del jagüey. A todo esto, se sumará una huerta para ayudar a la seguridad alimentaria.

Surge de una dificultad
Miiroku se construye en el mismo sitio en donde en 2022, 187 personas de estas dos comunidades indígenas Kayuswaaralu y Naleep vieron como el huracán Julia destruía sus casas, su refugio.
Conocedora de esta situación, Alicia Mejía, reconocida por su labor social y por ser la fundadora de Colombiatex y Colombiamoda propuso a Juan Esteban Calle ayudar a las comunidades de estas rancherías a recuperar sus casas.
Alicia tiene desde hace muchos años un vínculo con estas comunidades, que inició desde que conoció a Conchita Iguarán, lideresa de la zona. “Las cosas en la vida no son casuales, sino causales y todo se unió casi que inconteniblemente para que este proyecto se pudiera dar”, expresó.
Conchita por su parte resaltó el hecho de estar todos unidos en una sola lucha, detrás de un mismo fin y “es dignificar la vida de estas personas a través de una vivienda que sé que a futuro nos va a llevar a cosas más grandes. De verdad que ha sido una experiencia increíble”, expresó.
Manifestó que en esta comunidad las personas están dedicadas a la pesca, la artesanía, al pastoreo de rebaños de chivos, y a pesar de esta escasez en el territorio por el tema del agua, la comunidad lucha por salir adelante.
Iguarán subrayó en que el nombre Miiroku para el pueblo Wayuu es el sitio donde se almacena el agua, es el sitio que permite vida, donde se da la interacción entre familias no solo de esa comunidad, sino también de las comunidades más cercanas. “Aquellas comunidades que ya no tienen agua se acercan al Miiroku para poder abastecerse de agua, claro está con un permiso previo de los dueños ancestrales del territorio. También es el sitio de esparcimiento porque se integran los jóvenes, los niños, las niñas, los ancianos. Es un sitio de solidaridad”, anotó.
Más aliados
En el diálogo también participaron María Camila Muñoz, directora de Misión Guajira liderada por el Grupo Aval y Juan Diego Céspedes, director de Urbanismo y Desarrollo de Vivienda de la Fundación Santo Domingo, quienes destacaron esta alianza robusta que se ha hecho para mejorar las condiciones habitacionales de estas comunidades indígenas.
“Nos motiva la pasión que tenemos por La Guajira y la oportunidad de seguir llevando progreso a este territorio. Misión La Guajira es una alianza público-privada donde está el gobierno, sector privado y las comunidades y en Miiroku también encontramos eso”, indicó Muñoz.
Juan Diego Céspedes, dijo que la experiencia que tiene la Fundación Santo Domingo en la línea de vivienda social, que ha sido una de las almas de la Fundación durante muchos años, les ha permitido darse cuenta que el involucramiento y el entendimiento de las comunidades es clave para el desarrollo “y viendo cómo en Miiroku se ha contemplado desde el inicio que la comunidad esté en el centro, fue un gran motivante para que nosotros participáramos”, expresó.
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