La toma en posesión de Air-e por parte de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, se constituye en una medida drástica del Gobierno Nacional en busca de superar la amenaza que para la estabilidad del servicio de energía en Atlántico, Magdalena y La Guajira, representa la crítica situación de esta compañía.
Se constituye este paso en un reto monumental, dado el grave escenario financiero y de descrédito en que se encuentra esta distribuidora y comercializadora, la cual, antes de ser intervenida, manejó con notoria torpeza un mercado que por diferentes razones ha sido históricamente muy complejo.
Podría decirse que se trata de una gigante “papa caliente” la que tiene entre sus manos la Superservicios, si se tienen en cuenta las pérdidas acumuladas de Air-e, que están cercanas a los 400 mil millones de pesos, y la animadversión de la ciudadanía hacia esta empresa de propiedad del poderoso empresario Alberto Ríos Velilla.
Como una fiera enjaulada, pocos meses antes de ser intervenida, con fiereza jurídica Air-e cazó pelea con todo lo que se le atravesara. Confrontó a los generadores, a la CREG, a los usuarios residenciales y comerciales, a las entidades públicas morosas, a los alcaldes, a las comunidades de sectores subnormales, metió presos a muchos robadores de luz, les quitó el servicio a edificios aunque más de la mitad de sus ocupantes estuvieran al día. Lo mismo que a barrios enteros a pesar que no todos estaban morosos, y siempre vociferaba que todo lo que hacía tenía sustento legal.
A lo largo de los años que lleva prestando el servicio, esta compañía no se hizo querer de sus clientes o usuarios, todo lo contrario; se hizo odiar, convirtiéndose en la pesadilla de los habitantes de los tres departamentos señalados, y una de las compañías más impopulares del país.
Le echó la culpa a las reglas del juego
De su profunda crisis, entre otras razones, le echó la culpa a las reglas del juego establecidas en el mercado energético colombiano, como si al tomar la decisión de meterse en este negocio no hubiese sabido de la existencia de esa normatividad. Quiso entonces que le cambiaran esas reglas para mejorar su situación, en detrimento de los otros sectores que hacen parte de la cadena energética, especialmente el de generación.
De esa manera, a su paso no dejó aliados o amigos, sino por el contrario, lo que sembró y cosechó fue un clima adverso sin precedentes, de los otros actores del sistema. No contribuyó en nada a un clima tranquilo y armónico en el sector, sino que atizó un resquebrajamiento de las relaciones con los demás, que contribuyó a que la vieran con mucha desconfianza.
Es por ello que el gobierno, a través de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, tiene que trabajar en varias direcciones, siendo una de ellas recomponer las relaciones con los generadores y especialmente con los usuarios.
De la actitud de empresa peleonera callejera, debe pasar a la de conciliadora, y quizá con ello logre mejores resultados con los productores de energía en temas como la renegociación de contratos. Y además, que le vendan energía, suspendida por la posición impositiva de los directivos de la hoy comercializadora intervenida.
Y con los usuarios hacer mayor y eficaz pedagogía y concientización en temas como el pago del servicio y el ahorro en el consumo. Convencerlos con argumentos sólidos y debidamente planteados, de las bondades de cooperar en esas dos direcciones.
Pero sin duda que optimizar el servicio de energía se constituye en una de las tareas prioritarias. Si el servicio es bueno y el trato es diferente, eso influye en una mejor actitud de pago de los usuarios. La Superservicios tiene que ganarse la confianza de la gente y comunicar debidamente que Air-e está tomando un nuevo aire con la mejor de las intenciones para beneficiar a todos.
Reducción de tarifas
Y lo otro, que sin duda resulta trascendental, es que se agilice la implementación de eliminar la Opción Tarifaria y las Pérdidas técnicas y negras (robo de energía) para bajar las tarifas. Esos dos componentes representan más del 30 por ciento de lo que pagan los usuarios en el recibo de luz.
Todo lo anterior gira alrededor de una condición indispensable, que es contar con la plata e invertirla en cada uno de estos frentes. Afortunadamente para esta clase de intervenciones, la Superservicios tiene disponible un fondo del que debe hacer uso de inmediato, no solamente para mantener el servicio, sino mejorarlo y hacer realidad el cobro de unas tarifas justas.
Si no pone la carne en el asador y por lo tanto escatima esfuerzos financieros para revertir el escenario gravísimo de Air-e, esta “papa caliente” le quemará las manos al gobierno y entonces tendrá que soportar un estallido social que lo hará añicos políticamente.
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