- Por: SANTOS SUÁREZ BADILLO
- Director de EL NORTE
Hay que celebrar los avances que ha tenido Barranquilla durante las últimas, casi dos décadas, y los que sigue presentando en diferentes niveles, que la ubican como una de las ciudades con mayor desarrollo del país.
La canalización de arroyos que en el pasado acabaron con la vida de muchas personas, la construcción de nuevos parques y el arreglo de otros; la construcción del Gran Malecón, del Ecoparque Ciénaga de Mallorquín y ahora la adecuación y apertura de la playa de Puerto Mocho, pavimentación de vías y avances en salud y educación, son entre otros los importantes logros que le cambiaron la cara a la capital del Atlántico.
Pero, así como es justo hacer este reconocimiento, también lo es remarcar en lo que no se ha hecho bien y no se sigue haciendo bien, y que genera preocupación en la ciudadanía en general y entre algunos dirigentes, especialmente de la academia, que plantean la necesidad de modificar el rumbo en algunos temas.
Por ejemplo, la inseguridad en Barranquilla tiene atemorizada a la comunidad que cada vez se alarma más con el aumento de la criminalidad en la ciudad, y particularmente de los casos de homicidios.
Las calles solas a tempranas horas de la noche y la inmensa mayoría de las casas cerradas sin nadie en las terrazas, es una demostración del miedo por los permanentes asesinatos individuales y las masacres de cuatro o más personas en Barranquilla y su área metropolitana.
Esto contrasta con el ambiente festivo permanente de antes en esta ciudad. Hoy, con algunas excepciones, la intensa vida nocturna que contribuía a dinamizar la economía quedó en el pasado.
Actualmente el Distrito de Barranquilla cuenta con más plata para seguridad, tras la cesión que le hizo la Gobernación del Atlántico, de buena parte de los recursos de la Sobretasa a la Seguridad; sin embargo, la inseguridad sigue disparada y la gente considera y con justa razón, que este es un frente al que hay que contrarrestar rápida y eficazmente por parte de las autoridades.
Por otro lado, entidades serias como Fundesarrollo y Barranquilla Cómo Vamos, y economistas de gran prestigio como Jairo Parada, han hecho observaciones bien sustentadas sobre lo inconveniente de seguir aplicando el modelo financiero actual de la administración distrital, que tiene endeudada a la ciudad en cerca de 3 billones de pesos. Coinciden en que no es sostenible en el tiempo, que está tambaleando y que por lo tanto se hace necesario revisarlo.
Barranquilla se encuentra estancada en materia de competitividad, a tal punto, que está bastante lejos de los primeros lugares y se ubica en el puesto noveno, no obstante, las cuantiosas inversiones que se han hecho en infraestructura, especialmente.
Tanto en inflación como en desempleo y subnormalidad, Barranquilla se ubica por encima del promedio nacional, tendencia que venía de la pasada administración y continúa en la presente.
Los niveles de pobreza y miseria se mantienen altos y los problemas de movilidad persisten, a pesar de los esfuerzos por corregir estos temas.
Sí hay que festejar, por un lado, pero también hay que admitir y enfrentar los problemas que se agudizan, por otro, que hacen hoy de Barranquilla una ciudad agridulce.
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