La decisión de Colombia de cancelar el acuerdo de la Línea de Crédito Flexible (LCF) con el Fondo Monetario Internacional (FMI) el pasado 30 de septiembre de 2025, aunque justificada por el Gobierno en la existencia de reservas internacionales adecuadas (cercanas a 65,5 mil millones de dólares), ha generado una fuerte advertencia por parte de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif)
Según el análisis del centro de pensamiento, prescindir de este instrumento multilateral es una apuesta arriesgada, ya que traslada todo el peso de la contingencia a las reservas internacionales y a la credibilidad del marco fiscal.
El principal foco de preocupación de Anif se centra en los efectos negativos que esta decisión podría traer a mediano y largo plazo, particularmente en la percepción de los mercados globales. La cancelación se produce en un contexto económico mixto para el país, que, si bien muestra un crecimiento fortalecido y una inflación descendente, enfrenta desafíos como el mayor endeudamiento que ha elevado los diferenciales soberanos y el debilitamiento de la inversión privada.
La pérdida del acuerdo con el FMI significa que Colombia deja de contar con un garante tan importante frente a eventos externos, lo cual es crucial para los inversionistas y las calificadoras de riesgo. Para la Anif, si bien la cancelación implica una reducción de costos inmediatos al dejar de pagar comisiones de compromiso, también envía un mensaje a los mercados respecto a la fragilidad de sus finanzas públicas.
Destaca que tener la LCF activa transmitía que el país, además de un manejo macroeconómico prudente, estaba dispuesto a reforzar sus políticas para mejorar los frentes más débiles, como el fiscal.
Un escenario fiscal complicado
La LCF es un instrumento precautorio diseñado para prevenir y mitigar crisis, ofreciendo apoyo financiero a países con un desempeño macroeconómico muy sólido ante necesidades potenciales o reales de balanza de pagos. Colombia mantuvo acceso a esta línea desde su creación en 2009, mediante 11 acuerdos.
La preocupación de la Anif radica en que la renuncia a este respaldo ocurre en un entorno doméstico de mayor deuda, diferenciales más altos y la regla fiscal suspendida. “Prescindir de la LCF reduce la opcionalidad y debilita la señal de disciplina, dejando al país más expuesto a choques que puedan coincidir con un empeoramiento en las finanzas públicas o de confianza”, indica el informe.
El equipo de investigaciones de la entidad subraya que la ausencia de esta red multilateral se podría convertir en un problema para los próximos gobiernos, quienes no solo deberán enfrentar una mayor austeridad fiscal, sino que tampoco contarán con un instrumento contingente adicional frente a un choque que afecte la balanza de pagos.
La complementariedad con las reservas
Las autoridades colombianas sustentaron la cancelación en que las reservas internacionales son adecuadas y pueden suministrar liquidez ante un choque externo. Sin embargo, la Anif ha señalado históricamente la relación de complementariedad entre la acumulación de reservas internacionales y la LCF para ampliar la liquidez externa del país.
Según el gremio, en un ejercicio retrospectivo, si un choque externo hubiera ocurrido en un período de bajo crecimiento de reservas (como entre 2016 y 2018) y sin la alternativa de la LCF, el país habría contado con un colchón más limitado para amortiguar el impacto. Esto habría forzado una financiación externa más costosa debido a las mayores tasas de interés, un riesgo que podría repetirse en el futuro.
Cabe recordar que la única vez que Colombia desembolsó recursos de la LCF del FMI fue en diciembre de 2020, para atender las necesidades de balanza de pagos derivadas de la pandemia de Covid-19. El último monto aprobado fue en abril de 2024 por DEG (derechos especiales de giro) 6.133,5 millones (aproximadamente 8.100 millones de dólares).
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