Tomás González, director del Centro Regional de Estudios de Energía (CREE), emitió una severa advertencia sobre el futuro energético del país, señalando que la nación se dirige hacia un déficit inminente de producción nacional si no se materializan inversiones masivas y urgentes. Según los análisis técnicos, se requieren al menos $70.000 millones de dólares de inversión en el sector eléctrico de aquí al año 2040 para asegurar una oferta suficiente y sostenible de energía.
González subraya que esta cifra debe cubrir tanto la expansión necesaria en generación como la urgencia de modernizar y ampliar la transmisión. El experto destacó que, a pesar de los anuncios y debates públicos, esta realidad de la inversión necesaria está “ahí latente”.
El análisis presentado por el CREE detalla cómo se distribuyen estas necesidades de capital. La generación eléctrica es la que demanda la mayor parte de los recursos, requiriendo entre $55.000 y $62.000 millones de dólares para la expansión. Este crecimiento implica la necesidad de por lo menos cuadriplicar la capacidad instalada de generación eléctrica para 2050, independientemente de la velocidad de la transición energética.
En cuanto a la infraestructura de transmisión, que funciona como las “autopistas nacionales de la energía”, se estima que se necesitan aproximadamente $7.500 millones de dólares. Esto se traduce en la adición de cerca de 10.000 kilómetros adicionales de redes, incluyendo alrededor de 29 líneas de 500 kV para soportar los intercambios de energía óptimos entre regiones a 2040.
El director fue enfático en que esta expansión no puede ser asumida por el erario público. “Es imposible que el gobierno, así quisiera, tenga cómo dedicar estos recursos para hacer esta expansión,” afirmó, sentenciando que “necesitamos activamente al sector privado” para lograr este objetivo.
La amenaza del déficit y los retrasos
La necesidad de esta gigantesca inversión surge del panorama actual de incumplimiento y retrasos en la infraestructura. Los datos del operador de mercado muestran una brecha alarmante: solo está entrando entre la cuarta parte (20% y 25%) de la energía que el sistema ha debido incorporar en los últimos años.
A esto se suma la crítica situación de la transmisión. Los proyectos de redes que debían entrar en servicio en 2025 y 2026 ya acumulan en promedio casi cuatro años y medio de retraso. Esta configuración de lentitud en la entrada de generación y demoras en transmisión está “configurando un problema de suministro de energía eléctrica” en el país.
Dependencia creciente y costosa de importaciones
La inacción está llevando a una inevitable dependencia creciente y costosa de las importaciones. Este problema ya se está sintiendo con fuerza en el sector del gas, que alimenta una parte de la generación eléctrica.
Según los datos presentados, la demanda total de gas ya no se puede atender sin recurrir al gas importado, lo que significa que el país está “completamente dependiente” de esta fuente externa.
González expuso que el cambio es dramático en términos económicos: históricamente, el país pagaba gas doméstico en un rango de $5 a $6 dólares (precio promedio anual). Actualmente, el precio del gas importado, como el que llega por el barco FSU, se sitúa en los $15.40 dólares, con contratos que ya superan los $10.50 y $10.60. Dijo que incluso se han reportado casos donde el gas para estaciones de compresión se ha vendido entre $22, $23 y $25.
“Se nos acabó el gas barato y en este momento tenemos un déficit de gas barato o caro,” expresó González, durante su participación en el taller ‘Panorama del sector energético’, realizado en Barranquilla este miércoles por la Asociación de Periodistas Económicos (APE).
Añadió que la situación es tan grave que, para la demanda esencial (hogares, pequeños comercios) e industrial proyectada para 2026, no se tiene certeza o contratos para atender el 30% de las necesidades de suministro.
Para el director del CREE, es fundamental que la clase política y los reguladores comprendan que el problema de la electricidad, si bien es grave, el del gas ya se está sintiendo, y esta realidad de mercado es un factor clave que está más allá de la “mala voluntad de alguien”.
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