Un reciente análisis de la firma consultora especializada McKinsey & Company sobre la transición energética global, con claras implicaciones para Colombia, subraya que la persistencia de los combustibles fósiles es un factor ineludible para garantizar la estabilidad del sistema energético en el país, incluso superando la barrera del año 2050.
El estudio, que celebra una década de análisis continuo, concluye que en todos los escenarios examinados, los combustibles fósiles conservarán un “papel relevante más allá de 2050, especialmente como respaldo en la transición”.
McKinsey enfatiza que no existe una única trayectoria hacia la descarbonización global, obligando a cada país a encontrar su propio balance entre sostenibilidad, seguridad y competitividad.
Esta necesidad de adaptación a las realidades locales y las condiciones específicas (como recursos, infraestructura y políticas) es particularmente pertinente para países en desarrollo energético como Colombia.
En este contexto, la consultora señala que la riqueza del país en materia de hidrocarburos será crucial, pues “apalancará la transición”.
Respecto a la dinámica del corto plazo, se proyecta que la aceleración de la demanda eléctrica se mantendrá, impulsada por la creciente electrificación de la industria, el transporte y los hogares. Esto generará una mayor necesidad de generación limpia y resiliente.
El estudio remarca que en Colombia habrá persistencia de los combustibles fósiles. “En todos los escenarios analizados, los combustibles fósiles continúan teniendo un papel relevante más allá de 2050, especialmente como respaldo en la transición“, señala.
El gas como estabilizador del sistema
Aunque la proyección indica que la energía solar y eólica dominarán la nueva capacidad instalada como parte de la expansión de energías renovables variables, estas fuentes intermitentes deberán ser complementadas rigurosamente. La clave para asegurar la estabilidad del sistema colombiano será la generación a gas.
Para evitar desequilibrios, el informe aconseja a Colombia implementar una adopción gradual de combustibles alternativos. Tecnologías avanzadas como el hidrógeno y los combustibles sostenibles, si bien prometedoras, todavía requieren un mayor apoyo para lograr una adopción masiva y convertirse en soluciones viables a gran escala.
Además de las fuentes convencionales, el informe resalta el avance, aunque todavía tímido en el país, de fuentes limpias y firmes. Se espera un crecimiento en tecnologías como la energía nuclear, la geotérmica y el almacenamiento, elementos que fortalecerán significativamente la seguridad energética global.
Más allá de un solo sector
McKinsey concluye que la transición energética global enfrenta un desafío doble: lograr una reducción sostenida de emisiones mientras se garantiza que las soluciones sean económicamente viables, confiables y atractivas para la inversión.
Para alcanzar una descarbonización eficiente, la recomendación principal es optimizar los recursos en aquellos puntos donde el impacto en la reducción de emisiones sea mayor, en lugar de centrarse de manera exclusiva en un solo sector.
La proyección subraya un punto fundamental: el camino de Colombia hacia un futuro energético más limpio no implica un reemplazo inmediato, sino una convivencia estratégica donde los combustibles fósiles, especialmente el gas, actúan como un motor de respaldo indispensable, similar a un amortiguador que permite que el sistema se adapte sin colapsar mientras las nuevas tecnologías alcanzan la madurez y la escala necesarias.

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