La incertidumbre que frena inversión en sector energético del país

En desarrollo del Foro Energético Andeg, se debatió la financiación del sector energético colombiano. Los panelistas Munir Jalil, Julián Torrado y César Pabón, coincidieron en que esta es un área estratégica, pero que enfrenta desafíos significativos.

Si bien plantearon que el sector energético es “el futuro” no solo para Colombia sino para el mundo, fundamental incluso para el avance de la inteligencia artificial, advirtieron que la inversión está supeditada a un complejo panorama macroeconómico y desafíos regulatorios.

Munir Jalil, desde la perspectiva de BTG Pactual, un banco con amplia trayectoria en el sector eléctrico de la región, destacó la importancia primordial del sector para el desarrollo de América Latina. BTG ha demostrado su compromiso mediante la creación de comercializadoras de energía en Colombia, Chile, Perú y con planes para México.

Jalil señaló que, a pesar de la conciencia sobre la necesidad de invertir en energías renovables y la disponibilidad de financiamiento más barato para estos proyectos, la realidad macroeconómica global y local impone tasas de interés “tremendamente altas”, lo que afecta directamente el cálculo de las tasas internas de retorno de los proyectos.

Enfatizó que el sector enfrenta un “faltante de entrada en proyectos” desde 2020, evidenciando problemas acumulados que trascienden la gestión de gobiernos específicos. A esto se suma la preocupación por la “confiabilidad a la institucionalidad” y la garantía de insumos como el gas y el carbón para la generación térmica. A pesar de estos retos, Jalil reiteró que el sector “definitivamente vale la pena” y hay capital dispuesto a invertirse, aunque se requiere mejorar las condiciones para facilitar mayores flujos.

Precio de la inversión

Julián Torrado, de CIBC Capital Markets, profundizó en el “precio” de la inversión, explicando que si bien “siempre hay plata” para invertir en Colombia, el costo del capital y las tasas de retorno esperadas por los inversionistas son “dramáticamente más altas” que antes de la pandemia. Proyectos que solían generar entre un 10-11% de retorno en dólares, ahora requieren un 15-16%. Estas elevadas expectativas se deben a varios factores:

  • Impacto de la pandemia.
  • Pérdidas de calificación crediticia de Colombia, incluyendo la del grado de inversión.
  • Presiones fiscales.
  • La facilidad de obtener retornos en inversiones de bajo riesgo, como los TES (Bonos del Tesoro) al 12%, lo que desincentiva la inversión en proyectos con incertidumbre regulatoria y de permisos.

Esta situación, advirtió Torrado, se traduce en “tarifas de energía altas” para el consumidor final, dificultando que los proyectos operen con costos por debajo de los 300 pesos en los próximos 5 a 10 años.

Destacó la creencia en la institucionalidad colombiana, que, a pesar de los ataques, ha funcionado y es un pilar fundamental para la confianza. Además, mencionó el llamado “fenómeno chao Petro”, sugiriendo que, a pesar de la devaluación y las calificaciones, el peso colombiano no se ha depreciado más debido a las altas tasas del Banco de la República y la expectativa de que un cambio de gobierno no resultaría en un escenario peor.

Anotó Colombia, con necesidades de inversión de hasta 40 billones de pesos (10 billones de dólares), es vista como una “gran oportunidad”.

El costo del capital ha aumentado

Finalmente, César Pabón, Jefe de Investigación Económica de Corficolombiana introdujo el concepto de la “policrisis” que enfrenta el país, abarcando crisis fiscal, de salud, de crecimiento y de seguridad física. Para Pabón, dentro de este complejo panorama, la “seguridad energética” debe ser una “prioridad nacional” para el próximo gobierno.

Pabón enfatizó que la “incertidumbre internacional y local tiene un costo”. Un ejemplo claro fue el aumento del 14% en la inflación del gas en febrero debido a un desabastecimiento cubierto por importaciones, lo que impacta directamente en el bolsillo de los ciudadanos. Alertó sobre el riesgo de un apagón en el corto o mediano plazo (2025-2026), recordando que el vivido en 1992 costó al país un punto del PIB.

Desde la perspectiva del inversionista, Pabón subrayó que el “costo del capital” ha aumentado sustancialmente debido al riesgo país, llevando a Colombia a ser calificada con un riesgo similar al de Turquía. A pesar de los desafíos macroeconómicos, Grupo Corficolombiana mantiene un interés abierto en invertir en el país.

Sin embargo, el llamado es a la “paciencia”, dado que proyectos de infraestructura energética, como el de Sirius, requieren un largo tiempo de gestación (116 consultas previas, y se espera que entren en operación en 2029).

Pabón concluyó que, aunque vientos políticos más favorables al sector privado podrían atraer inversión a largo plazo, el corto plazo exige medidas urgentes para afrontar la policrisis, con la seguridad energética como eje central.