Seguir los caminos de Dios Sí paga

  • Por SANTOS SUÁREZ BADILLO Y MÓNICA BOLAÑO ECHEVERRI

Quienes hemos estado sin la presencia verdadera de Dios en nuestras vidas y luego experimentamos tenerlo en el corazón, muy cercano a nosotros, sabemos la profunda diferencia entre estos dos escenarios.

En el primero nos esforzamos, pero obtenemos poco avance en las diferentes áreas de nuestras vidas, y en el segundo, nos esforzamos y alcanzamos muchos y muy buenos resultados en tranquilidad, paz, salud, prosperidad, solidaridad, bondad y mucho amor.

Realmente nuestras vidas experimentan un cambio para bien, que palpamos y disfrutamos y agradecemos al Altísimo y Todopoderoso.

No es nada difícil hallar las notorias diferencias entre estar y no estar con Dios. Queremos decirles que Sí Paga estar con Dios.

Claro, es un camino con dificultades porque en el pasado nos acostumbramos a caminar por sendas que creíamos las correctas, pero que realmente estaban muy distantes de ser así. Las costumbres y lo aceptado y promovido culturalmente aparecen una y otra vez para desviarnos, pero el creador nos enseña que resistiendo el maligno huirá de nosotros.

Lo que Dios y su hijo Jesucristo nos dice de muchas maneras es que sigamos sus caminos que conducen a la salvación, al perdón de los pecados, a la vida eterna. De ninguna manera sus sendas nos llevan a destinos de sufrimiento, todo lo contrario, nos conducen a ríos de agua viva, a delicados pastos, a la sobreabundancia.

Por ello nos invitan al arrepentimiento, a que nos esforcemos para no seguir pecando, a obedecer sus mandamientos, a ser mejores personas, ayudar al prójimo, a compartir, a perdonar, a no desfallecer en el intento de seguirlo, a predicar su palabra, a parecernos a él.

ABRIR EL CORAZÓN

En la conmemoración de su muerte y resurrección, Jesucristo, al margen de cualquier religión, nos hace un llamado a que más que las formas y las apariencias, realmente le abramos la puerta de nuestro corazón para que él entre y se quede con nosotros.

Ese es el principal paso que hay que dar en dirección a dejar el viejo hombre o la vieja mujer atrás para iniciar una nueva vida llena de emocionantes y profundos cambios que nos permitan dejar huellas para bien de nosotros, de nuestras familias y amigos y la humanidad.

Cuando damos ese paso, cuando aceptamos a Dios como nuestro salvador, de inmediato comienza un proceso, que en muchas ocasiones resulta largo, de moldeamiento por parte de Jesucristo para abandonar algunas conductas que nos mantenían atados al pecado. Sí, nos moldea para bien.

Y cuando ello ocurre, cuando nos dejamos moldear, cuando tenemos claridad sobre lo que el Señor quiere para nosotros, que es todo lo bueno, entonces comprendemos y disfrutamos sus caminos.

Y el otro mensaje es a no desfallecer, que sigamos adelante, que a pesar de las dificultades de avanzar detrás suyo lo mejor es no retroceder, porque la recompensa es gigantescamente bella.